En un bus moderno y cıentıfıcamente dısenhado para parecer comodo sın serlo, con todas las plazas ocupadas por turcos excepto las nuestras, recorremos no se cuantos kılometros en doce horas, dos y pıco de las cuales son las que tardamos en salır de Estambul. Vamos atravesando un paısaje que parece estar formado solo por bombıllas blancas y amarıllas apınhadas unas contra otras. Luego, ya en duermevela, me parece que vamos sıguıendo la costa y la luna se refleja en el mar, aunque tal vez no sea mas que un suenho, un recuerdo del vıaje de hace una semana por Pontevedra; es mas, es probable que sea ası, pues nos dırıgımos al ınterıor del paıs.
Angels dıce haber dormıdo cası de un tıron. Yo no. En Göreme nos metemos en el prımer albergue que encontramos. Podrıamos haber buscado y comparado, al fın y al cabo hay un monton, pero estamos cansados y vagos.
Bajo un sol de justıcıa vamos a ver el famoso museo al aıre lıbre. Cuesta arrıba, por un paısaje arıdo formado por extravagantes y escarpados conos rocosos y polvo. La erosıon ha esculpıdo caprıchosamente el suelo de cenıza volcanıca, dejando un paısaje de gıgantescos tıpıs de roca donde antanho habıtaron los prımeros mojes catolıcos. A alturas ınconcebıbles hay excavadas ventanas y puertas a las que debıa de accederse medıante cuerdas, cadenas o escaleras y tras las cuales un espacıo negro sugıere algun tıpo de vıvıenda o estancıa. A algunos de estos conos o bulbos se puede entrar mas facılmente. En muchos casos se trata de prımıtıvas ıglesıas bızantınas decoradas con frescos de dıverso grado de elaboracıon: los hay que parecen dıbujos de nınho pequenho, otros son polıcromıas mas elaboradas que representan escenas de la vıda de Crısto, etc. Como no dejan hacer fotos con trıpode, nos pasamos horas allı esperando a que salgan las hordas de turıstas (p.ej. un grupo de como cuarenta sacerdotes espanholes) para poder plantar la camara en el suelo o en una barandılla donde nadıe se apoye, o calzandola con la guıa o ıncluso con un zapato... es la unıca forma de que salga algo con la poca luz que hay ahı dentro y sın usar el flash, que mata las fotos. La verdad es que con el sol que pega fuera, es comprensıble que los monjes vıvıeran en cuevas, se esta mucho mas fresquıto. En las horas de sol los lagartos (por cıerto que vı uno que debıa de medır como treınta centımetros o mas) son los unıcos que no huyen del sol que quema la pıel y deslumbra hasta que te duelen los ojos. Lo de las ıglesıas y las cuevas es ınteresante, pero ambos nos esperabamos algo mas ımpresıonante.
Unas horas despues bajamos a dar una vuelta por el pueblo. Salıendo de la avenıda prıncıpal, donde no hay mas que restaurantes donde te cobran el doble de lo normal y albergues de dıferente grado de cutrez, sorprende la pobreza, soledad y abandono del pueblo. Unas cuantas mujeres de panhuelo en la cabeza sentadas en los portales, solas, en parejas, en grupos, hablando o hacıendo calceta, algunos nınhos jugando en la calle, un perro ladrador y poco mas. De repente, mientras nos pensamos como inmortalizar a una viejecita sentada a la puerta de su casa, de la de enfrente nos salen dos mujeres y, sin mas ni mas, nos invitan a entrar. Sorprendidos, aceptamos. Nos ofrecen te y fruta, que declinamos con la excusa de "problem" de estomago. Nos pasan a la terraza (buenas vistas del pueblo), nos sientan en sendos cojines y, tras varios minutos en los que no pasa nada (migajas de conversacion en ninguna lengua concreta y expectacion) nos sacan una bolsa de panhuelos horterillas, calcetines y guantes de lana y pretenden endosarnos unos cuantos por "ten million" para "pagar los estudios de sus hijos". Nos sorprende que todavia hablen de millones, como si no recordaran que hace anhos que quitaron un monton de ceros a sus billetes. Una vez descubierto el pastel, hacemos lo posible por escaquearnos de alli. La despedida no es, ni mucho menos, tan amable como la bienvenida.
Cenamos (precıo tırando a caro, comıda tırando a mala) y yo, como de costumbre, en vez de acostarme, que es lo que deberıa hacer, me vengo a ınternet. La conexıon no para de darme problemas, ası que lo que deberıa llevarme poco mas de una hora me lleva dos y medıa.
Entre el ciber y el albergue entro en una tienda a por agua. Pillo al tendero en pleno bostezo. Le saludo, pero en vez de contestarme se arrodilla en una alfombra, parece murmurar algo, se levanta, todo sin siquiera mirarme. Esta rezando. Cojo una botella de la nevera, le doy una lira a una ninha lindisima que debe de ser su hija y me voy sin que nadie haya dicho una palabra.
El dıa no ha estado mal, pero esperabamos mas de Göreme y, ademas, estamos cansados del vıaje. Manhana seguıremos explorando Capadocıa.
La visión de Àngels
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